Después de hablar de las ventajas de
la pizarra digital en el post anterior, voy a comentar en éste los
que creo son sus principales inconvenientes.
En primer lugar, la pizarra necesita
una infraestructura adecuada, ya que además de la propia pantalla,
son necesarios un ordenador y un proyector. Estos elementos necesitan
un espacio habilitado para ellos en el aula. Hay que tener en cuenta que si el aula es muy grande, es posible que los estudiantes que estén más lejos tengan problemas para ver lo que hay en la pizarra.
Por otro lado, es necesario hacer una inversión económica relativamente grande si queremos disponer de una pizarra digital, cosa que no todos los centros están en condiciones de hacer. Aunque bien es verdad que en el mercado se puede encontrar una gran variedad de precios.
Por otro lado, es necesario hacer una inversión económica relativamente grande si queremos disponer de una pizarra digital, cosa que no todos los centros están en condiciones de hacer. Aunque bien es verdad que en el mercado se puede encontrar una gran variedad de precios.
Otro problema con el que se ha
encontrado la escuela donde trabajo es que las pizarras, sobre todo
las Smart Board, se estropean con frecuencia. Esto es
especialmente negativo ya que este tipo de pizarras sólo pueden
usarse cuando están conectadas. Los otros tipos, los que convierten
una pizarra normal en interactiva, parecen ser más fiables y,
además, permiten usar la pizarra al estilo tradicional si el ordenador
o el proyector se estropean.
Otro aspecto técnico que he podido
comprobar es que los proyectores emiten un zumbido constante y suelen
ser un poco ruidosos. Aunque es verdad que después de unos minutos
el oído se acostumbra y ya no se percibe como una molestia, también
lo es que el ruido está presente durante toda la clase.
Un pequeño incoveniente, no tan importante como que se estropee el
proyector, es que los modelos de pizarra con los que trabajo no pueden ser usados por dos personas al
mismo tiempo. He podido leer en Internet que sí hay modelos que lo permiten, pero no en mi caso concreto.
Más allá de los problemas técnicos,
a los que estamos expuestos siempre que utilizamos una herramienta
tecnológica, también nos encontramos con dificultades en el uso didáctico de la pizarra. El manejo de una
pizarra digital es relativamente sencillo. Pero lo que no lo es tanto es
usar de manera correcta los recursos de que dispone. Para un uso adecuado, los profesores deben
recibir una formación didáctica y tecnológica. No basta con
adaptar los materiales tradicionales, introduciendo algunas modificaciones, para
poder usarlos en la pizarra. Este hecho, además, supone un trabajo extra para los profesores, que deben preparar materiales expresamente diseñados para este tipo de pizarras.